Humo en la orilla de tus sueños
y aquel aroma que anuncia el fin del derrame.
Ecos mudos del imperio en colisión
y el espejo de ilusión que te adjudica al sol
te envolvió, tus promesas secó,
no queda silencio en el que guardar
tramas ni extravío.
El pasto del deseo devoraste
y el arrojo de la fauna a la extinción
condenó a la luna al abandono.
El cielo cae a tus manos y son los dioses
que apisonan el ardor del veneno que hace a tu piel.
Quebrantado, sin visión, culminado.
No fue el último ni lo será. Yo tampoco lo seré, yo tampoco seré.
Ahora, óxido o verdín, materia, materia esencial.
Socavás y más hondo y más hondo
y más
y adónde querés llegar.
Andate, si ya te fuiste.
Y cuando llegás, te volvés a ir.
Jamás conociste la permanencia.
Fiebre, ciénaga, la elipsis de la que no volverá a ser dicho
no lo fue.
(Como si fueras)
el último.
Stéphanie Pau Tombetta
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