lunes, 6 de enero de 2014

CI

Venenoso sustento

De lo absoluto,
mi única verdad,
estandarte
tanto como mi contenido sustancial,
y el vacío persistente
hasta disfrazado de perennidad
que no para de horadar.

Y si acaso el amor deja de ser suficiente,
reventemos, sangremos, seamos destierro.
Que nuestra perdición nos carcoma

y seamos agonía en silencio.
Palabras no encontraremos —es que no las mereceremos—,
la razón, por fin, logrará aniquilarnos
y nos ahogaremos en el río de la desesperanza.
Beberemos cada gota de muerte con sufrimiento,
encarnaremos en desgarro y rancio fango,
la metafísica del olvido nos pateará,
nunca habremos sido un lugar.

Ya no habrá verdad ni salvación, 
si el amor ha muerto.



Stéphanie Pau Tombetta

2 comentarios:

  1. Me gusta muchísimo lo que escribís. Es un placer leerte. Prefiero mantenerme (por ahora) en el anonimato.
    Saludos.

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    1. Enormes gracias, ser anónimo. Me da mucho gusto recibir este comentario por el hecho de que disfrutes de estas palabras. Claro que no sé con precisión qué te generará, pero qué lindo que te resulte un «algo» ameno, si se quiere.
      Nuevamente, te agradezco y, cuando quieras, revelame el —para mí— incógnito de tu persona. ¡Besos!

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